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5 de septiembre de 2023(Agencias).- La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) elevó el martes su proyección de crecimiento del PIB regional para 2023 a un 1,7% desde un 1,2% estimado en abril, y estimó para el próximo año un leve descenso a 1,5%.
Un mejor desempeño de las mayores economías de la región, Brasil y México, en los primeros meses del año, explican el mejor pronóstico.
«Muchas economías eran mucho más resilientes de lo que se esperaba, particularmente las más grandes, Brasil y México. Al ser las economías más grandes, pesan más en el promedio ponderado», señaló Daniel Titelman, director de la división de Desarrollo Económico de la Cepal, en rueda de prensa.
En el caso de Brasil, «hubo un impacto muy positivo por el aumento de las cosechas, muy abundante en el primer trimestre del año. En el segundo trimestre se esperaba un crecimiento de 0,2% y salió la gran noticia de que era el 0,9%», agregó.
México «también está teniendo resultados mejores de lo esperado y tiene que ver con el crecimiento de Estados Unidos y toda la inversión extranjera que está llegando a México», precisó.
No obstante, el grueso de las economías latinoamericanas seguirán afectadas por el bajo crecimiento de la economía mundial y el comercio global, indicó la Cepal.
Respecto a la inflación, aunque «se observa una caída» en la dinámica de aumento de precios, «permanece en niveles superiores a los observados antes de la pandemia y a los rangos meta de los bancos centrales».
La inflación en la región cerró en 2022 en 7,6% en promedio. A mayo de este año el indicador se había reducido a 5,7%.
La Cepal anticipa también «un menor dinamismo en la creación de empleo, junto con caídas en la inversión». Advierte, además, sobre el impacto en las economías latinoamericanas del cambio climático.
«El bajo crecimiento de América Latina y el Caribe se puede ver agravado por los efectos negativos de una agudización de los choques climáticos, si no se realizan las inversiones necesarias en adaptación y mitigación», señaló el secretario ejecutivo de la Cepal, José Manuel Salazar-Xirinachs.
Durante 2023, Panamá, con una expansión del 5,1%, Paraguay, con un 4,2%, y República Dominicana, con un 3,7%, liderarán el crecimiento regional en la medición porcentual.
Brasil crecerá un 2,5%, mientras que México se expandirá 2,9%.
Argentina, con una contracción del 3%, y Chile, con una caída del 0,3% del PIB, son los únicos países con previsiones negativas según la Cepal.
Para 2023, la CEPAL proyecta que todas las subregiones exhibirán un menor crecimiento respecto de 2022: América del Sur crecería un 1,2% (3,7% en 2022), el grupo conformado por Centroamérica y México un 3,0% (3,4% en 2022), y el Caribe (sin incluir Guyana) un 4,2% (6,3% en 2022).
Las proyecciones para 2024 indican que se mantendría el bajo dinamismo económico en la región. Se prevé que el contexto internacional continúe siendo poco favorable, con un crecimiento del PIB y el comercio mundiales muy por debajo de los promedios históricos. A su vez, en el ámbito interno se mantendrá el reducido espacio de política fiscal, aunque la reducción en la inflación en la región abre más espacio para la política monetaria en los países. Ante estas circunstancias, se proyecta para 2024 un crecimiento promedio del 1,2% para América del Sur, 2,1% para Centroamérica y México, y 2,8% para el Caribe (sin incluir Guyana).
El Estudio Económico 2023 señala que el bajo crecimiento de la actividad económica en 2023 y 2024 redundará en una desaceleración del crecimiento del empleo, cuyo crecimiento se estima en un 1,9% en 2023 y en 1,1% en 2024. De igual forma, preocupa cuál será la calidad del empleo en ese contexto de bajo crecimiento, pues es muy probable que los trabajadores se vuelvan más vulnerables, tengan menores niveles de protección social y se empleen en sectores menos productivos.
“Ante los desafíos de dinamizar el crecimiento y hacer frente al cambio climático es esencial potenciar la inversión pública y privada. La inversión pública en la región es baja en comparación con las economías avanzadas, e incluso respecto de otras regiones en desarrollo. Este reducido nivel de inversión se ha traducido en un acervo de capital público —infraestructura—insuficiente para dinamizar el crecimiento económico y promover el desarrollo productivo”, resalta el informe de la CEPAL.
Los impactos macroeconómicos del cambio climático podrían ser muy significativos para los países de la región. Las estimaciones que se presentan en el Estudio Económico de América Latina y el Caribe 2023 indican que, en 2050, el PIB de un grupo de seis países podría ser entre un 9% y un 12% menor que el correspondiente a un escenario de crecimiento tendencial, si no se hacen las inversiones para compensar los choques climáticos. El volumen de inversión adicional requerido es excepcionalmente grande, entre 5,3% y el 10,9% del PIB por año. Esto representaría un aumento significativo en comparación con los niveles actuales de inversión.
Sin embargo, la capacidad de invertir dependerá tanto del acceso al financiamiento, como del costo de este. “Se requiere aumentar considerablemente el financiamiento concesional que permita sostener las trayectorias de la inversión en el tiempo. Estos esfuerzos deben acompañarse de políticas macroeconómicas internas que favorezcan la movilización de recursos”, planteó José Manuel Salazar-Xirinachs. Finalmente el informe advierte que para enfrentar los efectos macroeconómicos del cambio climático se requerirá de esfuerzos nacionales, regionales y globales en cuatro ámbitos principales: 1) Espacio fiscal, mediante el aumento de la recaudación y progresividad de la estructura tributaria, gasto público verde y acceso a nuevos mecanismos de financiamiento, como los bonos temáticos; 2) Manejo de riesgos financieros y cambiarios a través de la política macroprudencial; 3) Movilización de financiamiento concesional y banca de desarrollo, para profundizar el financiamiento climático, a través de bancos de desarrollo multilaterales, regionales y nacionales y fomentar los flujos de ODA (Ayuda Oficial para el Desarrollo, por sus siglas en inglés) para combatir el cambio climático; y 4) Mecanismos de alivio de la deuda, como el establecimiento de mecanismos institucionales para su restructuración, y la inclusión de cláusulas vinculadas a desastres y huracanes, y cumplimiento de metas climáticas.