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30 de septiembre de 2025Educar en tiempos de polarización en Colombia: cómo apoyar a jóvenes estudiantes en entornos hostiles y agresivos

La creciente polarización que atraviesa a Colombia, expresada en redes sociales, medios de comunicación y conversaciones cotidianas con lenguajes agresivos y posiciones extremas, no solo impacta el debate público, sino también la formación emocional y ciudadana de niños y jóvenes. En este contexto, tanto las familias como los colegios tienen un papel fundamental: ofrecer a los estudiantes herramientas para comprender las coyunturas sin miedo, desarrollar pensamiento crítico y cultivar la tolerancia y el respeto por la diferencia.
“Educadores y psicólogos coinciden en que el clima social actual puede generar en los estudiantes ansiedad, confusión o actitudes de rechazo hacia quienes piensan distinto. Por eso, el acompañamiento desde casa y desde las instituciones educativas debe ir más allá de la contención emocional: también debe enseñar a disentir sin agredir, a filtrar la información, y a construir una visión plural del país. Aprender a dialogar, a escuchar y a cuestionar con respeto es tan importante como cualquier competencia académica,” señala Luis Eduardo Rivas, Rector del Colegio Bilingüe Richmond.
Teniendo en cuenta la necesidad de que las instituciones educativas y las familias trabajen de manera articulada para proteger el entorno emocional de los estudiantes y ofrecerles herramientas para interpretar lo que ocurre, procesarlo y actuar con criterio y empatía, el Colegio Bilingüe Richmond brinda a continuación algunas recomendaciones a contemplar en estos escenarios de hostilidad:
1. Nombrar lo que está ocurriendo, sin miedo pero con criterio
Los niños y jóvenes están expuestos a información desde edades muy tempranas. Silenciar los temas difíciles no los protege; por el contrario, los deja sin referentes. Es importante generar espacios de conversación guiada, donde puedan expresar sus dudas, emociones o temores frente a lo que ven en su entorno, y donde adultos confiables ayuden a contextualizar, contrastar y dar sentido a lo que sucede.
2. Enseñar a disentir sin agredir
El pensamiento crítico se forma a través del contraste de ideas, pero también del ejemplo. Como adultos, es importante mostrar que se puede opinar diferente sin insultar, sin descalificar, sin generalizar. Por ejemplo, el Colegio Bilingüe Richmondpromueve ejercicios pedagógicos como los debates argumentativos y círculos de diálogo, donde los estudiantes practican la escucha activa, la empatía y la construcción colectiva.
3. Fortalecer el conocimiento digital y emocional
En tiempos de sobreinformación, no basta con enseñar a “no compartir fake news”; también debemos formar estudiantes que sepan identificar emociones como la rabia o la frustración, y decidir cómo expresarlas sin violencia. Esto se logra a través de programas de educación emocional, pensamiento ético y ciudadanía digital. Las familias pueden complementar este esfuerzo conversando sobre lo que se consume en redes sociales y validando las emociones sin juicios.
4. Crear entornos seguros donde la diferencia no sea amenaza, sino riqueza
Una comunidad escolar sana no es aquella donde todos piensan igual, sino aquella donde se aprende a convivir en medio de la pluralidad. Es importante trabajar activamente por crear un ambiente de respeto y apertura, donde el diálogo intercultural, la diversidad de pensamiento y la inclusión no sean discursos, sino experiencias vividas. Las familias tienen en casa la oportunidad de reforzar estos valores a través de ejemplos cotidianos, narrativas diversas y espacios para conversar sin prejuicios.
5. Cuidar el lenguaje: lo que decimos, lo que callamos y lo que repetimos
El lenguaje que se usa en casa y en el aula moldea la forma en que los niños ven el mundo. Es fundamental evitar expresiones que perpetúen la violencia verbal, los estereotipos o el odio hacia quienes piensan distinto. También es importante revisar los mensajes implícitos: los memes que se comparten, los chistes, las generalizaciones que dejamos pasar.
En definitiva, educar en tiempos de polarización es una oportunidad para sembrar en las nuevas generaciones las bases de un país más empático, más justo y más consciente.