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13 de junio de 2025Colombia debe renovar 300 mil hectáreas de palma en los próximos años para mantener el negocio

En el corto plazo se deben renovar 60.000 hectáreas de palma, distribuidas en las diferentes zonas palmeras del país, aunque hay un grupo particular que está en la zona norte que además de la edad, están afectadas por la Pudrición del Cogollo (PC), advirtió el presidente de Fedepalma, Nicolás Pérez Marulanda durante el 53 Congreso Nacional de Cultivadores de Palma de Aceite.
Explicó que los cultivos tienen unos ciclos de producción en los cuales hay un momento en que se alcanza el pico y después empieza a bajar y la palma no es la excepción aunque tiene una característica especial y es la altura que alcanza la palma, cuando es muy alta ya se dificultan las labores y por eso se deben tomar medidas.
La renovación es un proceso que implica erradicar la que se quiere eliminar, lo cual es difícil porque hay que hacerlo con retroexcavadora y luego con una herramienta especial la pican. El costo de este soloo proceso oscila entre 2 y 3 millones de pesos por hectárea, dependiendo de la densidad de palmas que se tengan.
A ello se suma el costo de establecer la nueva palma que está entre 20 y 30 millones de pesos por hectárea y que implica desde la siembra hasta llevarla a punto de producción, lo cual implica un esfuerzo de una magnitud importante.
En los próximos diez años se deben renovar alrededor de 300.000 hectáreas para mantener el conjunto de la palmicultura colombiana en óptimas condiciones de productividad.
Aquí lo fundamental es el tema de financiamiento que sea suficiente y en adecuadas condiciones y el costo total estaría entre 2 y 2,5 billones de pesos y en principio el negocio es capaz de asumir esa financiación.
A ello se suma la disponibilidad de semillas lo cual debe hacer de manera planificada porque eso no se hace de noche a la mañana y la idea es que se haga en óptimas condiciones.
Igualmente, manifestó que el cultivo tiene un futuro promisorio y grandes oportunidades tanto en el mercado interno como en el internacional.
Sostuvo que el desarrollo de mercados tanto para la alimentación humana como para los biocombustibles ha impulsado un notable crecimiento en las ventas locales, que se han triplicado en los últimos 35 años y actualmente representan entre el 70 y 85% de la producción nacional. “Es importante destacar que esta expansión se ha logrado sin generar tensiones entre los usos alimentarios y energéticos, gracias a la capacidad del sector para atender ambos mercados de manera equilibrada y sostenible”.
Igualmente, la economía circular se ha convertido en un componente esencial del modelo de negocio del sector. “Hoy reconocemos el valor de los subproductos de la cadena y su potencial para generar beneficios económicos, ambientales y sociales. En concreto, el aprovechamiento del biogás generado a partir del tratamiento de aguas residuales en las plantas extractoras”.
Este sector tiene un potencial de cogeneración de hasta 225 MW a partir de biomasa residual, lo que podría fortalecer el abastecimiento energético regional y nacional. Solo con el biogás de las plantas extractoras se estima una capacidad de 80 MW y una reducción de 1,5 millones de toneladas de CO₂ equivalentes al año. Además, este biogás puede sustituir el gas natural y el GLP en zonas rurales, ofreciendo una alternativa limpia al uso de leña.
Actualmente, 19 plantas extractoras cuentan con sistemas de captación de biogás, lo que ha permitido mitigar 560 mil toneladas de CO₂ equivalentes al año. Cerca del 50% del biogás generado se utiliza internamente, reduciendo significativamente el consumo de energía de la red. Esta alternativa no solo mejora la sostenibilidad ambiental, sino que también impulsa la transición energética del país. Seguimos trabajando para que el biogás sea valorado en el mercado nacional, ya sea como fuente de energía o como biometano.
A propósito de estos cambios en el contexto y el negocio, se han generado oportunidades para esta agroindustria. “En Fedepalma creemos que las decisiones estratégicas deben basarse en datos sólidos y por eso, hemos buscado fortalecer estudios en dos áreas clave: la alimentación animal y los biocombustibles avanzados. Para alimentación animal, en alianza con tres universidades de EE. UU., se está analizando el uso del aceite de palma crudo, refinado y alto oleico, en dietas para la avicultura, porcicultura y ganadería bovina. Los resultados preliminares muestran mejoras en eficiencia alimenticia, rendimiento en canal y crecimiento, lo que abre oportunidades en este mercado. Sobre biocombustibles avanzados”.
Además, Colombia adelanta el proceso para habilitar el uso del aceite de palma colombiano para la producción de SAF y diésel renovable. Gracias a su baja huella de carbono, el gobierno nacional a través de la Aerocivil ya solicitó ante la OACI su inclusión como materia prima elegible para la fabricación de SAF. De aprobarse, se abriría un mercado estimado en 100 millones de galones para 2035. En octubre de este año esperamos conocer los resultados de esta evaluación dentro de la OACI.
Paralelamente, Ecopetrol realizó durante 2024 un piloto exitoso para la producción de SAF en la refinería de Cartagena, y la aerolínea LATAM está actualmente usando los 55 mil galones de ese biocombustible a partir de aceite de palma y aceite de cocina usado, marcando un precedente en la aviación en Colombia.
A futuro, la demanda global seguirá creciendo, mientras la expansión del cultivo se desacelera en otros países. Colombia, con 40 millones de hectáreas de frontera agrícola de las cuales solo 7,8 millones están en uso, tiene una oportunidad única. Según la UPRA al menos 5,2 millones de hectáreas tienen alta aptitud para el cultivo de la palma de aceite. Esto permite planificar una expansión ordenada y sostenible.
“En un mundo marcado por la incertidumbre, las tensiones geopolíticas y la demagogia, debemos proteger lo que hemos construido, evitar la polarización y trabajar unidos. El sector palmero es mucho más que aceite: es un ecosistema que integra productores, trabajadores, empresas y comunidades. Cada uno cumple un rol esencial en su sostenibilidad. Hoy, más que nunca, nuestras instituciones cobran especial relevancia. Colombia atraviesa un momento crítico. Los hechos recientes tristemente nos recuerdan los años más oscuros de la violencia política. Estos hechos, sumados a la creciente tensión entre el Ejecutivo y otros poderes del Estado, pone a prueba nuestra democracia y exige una defensa firme del Estado de derecho, la separación de poderes y los valores democráticos. Los poderes legislativo y judicial han cumplido con su deber constitucional de ejercer contrapesos y límites al poder ejecutivo, garantizando el balance consagrado en nuestra carta política. Requerimos de este último el cabal cumplimiento de sus roles como garante de la seguridad para todos los colombianos y símbolo de la unidad nacional. Está en juego la esencia de nuestro sistema democrático, y como sector privado debemos defenderlo sin ambigüedades. Como gremio, tenemos la responsabilidad de ser una voz serena pero firme. Debemos seguir promoviendo el diálogo, la legalidad y el respeto por las reglas del juego. No podemos permitir que el miedo o la división nos paralicen”, concluyó.