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1 de junio de 2022“A pesar de los avances en cobertura que ha tenido el país en las últimas décadas, las brechas en calidad y pertinencia siguen siendo importantes, lo que explica en buena parte los problemas que enfrentan los jóvenes en el mercado laboral”, afirmó el director ejecutivo de Fedesarrollo, Luis Fernando Mejía, al presentar las propuestas de la entidad para mejorar la educación en el país.
En términos de cobertura, Colombia ha logrado avances importantes especialmente en educación básica. Sin embargo, aún persisten retos significativos tanto en educación inicial, donde la cobertura promedio es de 58%, como en educación media, donde hay un déficit de oferta en las zonas rurales y la cobertura es de apenas 45% (el valor más bajo en países latinoamericanos, 46 puntos por debajo del promedio de la OCDE). En educación superior, si bien el país ha triplicado la cobertura en dos décadas al pasar de 15% en 1996 a 53% en 2017, desde 2018 se ha observado un descenso paulatino de la cobertura.
Estos avances en cobertura no se han reflejado en aumentos en la calidad. En las pruebas PISA de 2018, Colombia presentó una reducción de su desempeño con respecto a 2015 y una diferencia entre 80 y 100 puntos con respecto al promedio de la OCDE. Esto implica que un estudiante de 15 años en el país cuenta con 2,5 años menos de escolaridad con respecto a un estudiante promedio de la OCDE. Más de la mitad de los estudiantes en grado noveno no entienden bien lo que leen, y dos terceras partes obtienen el nivel más bajo de desempeño en matemáticas. En educación superior, la acreditación de alta calidad se concentra solo en la oferta universitaria, con un 82% de la oferta acreditada. Además, no hay mediciones de la calidad de los técnicos laborales, cursos cortos y diplomados de la formación para el trabajo.
La deserción es un problema central del sistema educativo colombiano. En educación básica, se estima que por cada 100 niños que entran a primero de primaria, solo 44 logran graduarse de bachillerato a tiempo. Además, de 100 graduados de bachillerato a nivel nacional, solo 39 logran acceder a educación superior. Para educación superior, la deserción es de 46% para estudios universitarios y supera el 50% para técnicos y tecnológicos. Aún más grave, mientras que la deserción en educación superior supera el 70% para estratos 1 y 2, es menor al 10% para estudiantes de estratos 4, 5 y 6.
En calidad, Colombia no cuenta con un currículo oficial que sirva de guía para los establecimientos educativos oficiales, presente en la gran mayoría de países con sistemas educativos exitosos. La ausencia de este marco de referencia genera mayor heterogeneidad en la calidad a nivel territorial y deja a discrecionalidad de cada establecimiento los contenidos básicos que se espera aprenda el estudiante. De los 100 mejores colegios, 97 son privados, lo que muestra una gran diferencia en calidad entre ambos tipos de oferta educativa.
Con base en este diagnóstico, las propuestas para avanzar hacia una mejor educación incluyen:
1. Plantear una hoja de ruta para avanzar hacia la universalización de la educación inicial, con el fin de garantizar acceso a dos millones de niños de 3 a 5 años (hacen falta unos 850.000 cupos), para lo que se necesitaría entre $1,7 y $2,7 billones.
2. Reducir la deserción, generando mecanismos de búsqueda activa de niños que se encuentren por fuera del sistema educativo de básica y media a través de un esquema de monitoreo a la deserción interanual, inexistente en Colombia. Esto, a través del establecimiento de un sistema preventivo, basado en inteligencia artificial, para el seguimiento y monitoreo georreferenciado a los estudiantes que presenten un alto riesgo de abandonar sus estudios.
3. Rediseñar el modelo financiero del ICETEX, migrando hacia la financiación contingente al ingreso y focalizándolo en programas que presenten una tasa interna de retorno positiva. El acceso a la educación superior no debe evaluarse desde una perspectiva financiera, sino como un servicio social a ser garantizado por el Estado.
4. Construir un currículo focalizado en competencias transversales que sirva como referencia de las habilidades que se espera adquieran los estudiantes colombianos durante su aprendizaje. Este currículo se debe construir con la comunidad educativa y debe reconocer las diferencias regionales.
5. Construir un sistema de formación continua de docentes atado al sistema de evaluación, que tenga énfasis en el componente práctico y en competencias específicas.
6. Recuperar el énfasis en la evaluación, un instrumento esencial para la planificación educativa. Volver a la implementación de las pruebas SABER 3, 5 y 9 de manera censal, y aprovechar la evaluación a través de esquemas de medición e incentivos como lo fue el Día E.
7. Definir un modelo educativo específico que capture las características diferenciales de territorios rurales, como lo son los desarrollos nacionales de Escuela Nueva y el Sistema de Aprendizaje Tutorial. 8. Adoptar e implementar de manera estandarizada un Marco Nacional de Cualificaciones, con el fin de potenciar la formación técnica y tecnológica a través de la organización de las competencias, lo que permitiría generar un sistema integrado de trayectorias educativas y el reconocimiento estandarizado de saberes y competencias adquiridas por dentro y fuera del sistema.