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19 de agosto de 2023La sostenibilidad no es una moda ni un capricho de algunos grupos interesados en los temas sociales y ambientales, sino que representa todo un compromiso y una realidad que llegó para quedarse.
En el sector agropecuario la sostenibilidad aplica tanto para la parte agrícola como la pecuaria y claro ejemplo de ello es todo el trabajo que viene realizando Fedegán sobre este particular, incluyendo temas de certificaciones.
Así mismo, hay otros sectores que van por la misma línea como los palmeros que también trabajan para obtener su certificación internacional como lo hizo un grupo de 41 de ellos que en días pasados obtuvieron su certificado internacional RSPO (Mesa Redonda sobre Aceite de Palma Sostenible), el cual promueve la producción sostenible de palma de aceite en el mundo.
La articulación entre Palmas del Cesar, Unilever, Alianza Team y el acompañamiento de Solidaridad Network, hizo posible que Colombia se convierta en el primer país en Latinoamérica, y el segundo país en el mundo, en tener Pequeños Productores Independientes (PPI) certificados con el estándar internacional RSPO
Para tal fin los pequeños productores conformaron el grupo ‘Entrepalmeros’, integrado por 41 pequeños palmicultores de San Martín, Cesar, y que fue el primero en Latinoamérica en cumplir con el 100 % del estándar RSPO. Esta certificación garantiza que el proceso productivo cumple con los más altos requisitos de sostenibilidad exigidos a nivel internacional y permitirá que este producto pueda comercializarse en mercados internacionales tan exigentes como el europeo y el norteamerican, redundando en mejores ingresos y por tanto medios de vida para los productores, a la vez que se reduce el impacto medioambiental.
“Esta certificación es un claro ejemplo del compromiso de los pequeños productores por cumplir con los más altos estándares de sostenibilidad, pero también de cómo la articulación de la cadena de valor es clave para fortalecer la capacidad de los productores en la implementación de prácticas sostenibles”, afirmó Joel Brounen, Gerente de País de Solidaridad en Colombia.
“Unilever cree que la palmicultura rentable y sostenible debe encontrar el equilibrio adecuado entre lo social, ambiental y económico. Esta es una responsabilidad compartida entre todos los actores de la cadena de valor de la palma, donde la transparencia y trazabilidad son claves. La certificación es una de las formas de hacerlo, por lo que apoyar el proceso y celebrar el logro de ‘Entrepalmeros’ nos motiva a seguir impulsando prácticas sostenibles de la mano de aliados para elevar los estándares de la industria en el país”, afirmó Camila Escallón, Gerente Senior de Asuntos Corporativos y Comunicaciones de Unilever.
Así mismo, el apoyo de Alianza Team para construir relaciones de confianza con los procesadores de aceite de palma en la región fue fundamental para el éxito del proceso. “En Alianza Team alimentamos un mejor mañana y resignificamos la prosperidad, garantizando la trazabilidad y buenas prácticas en toda nuestra cadena de valor. Nos enorgullece ver materializado este proyecto, el cual es una muestra del poder exitoso de las alianzas estratégicas. Seguiremos fortaleciendo esta alianza, pues creemos en el poder de la colaboración. Junto a la comunidad y nuestros aliados, construimos un futuro próspero y sostenible para todos” destacó Isabel Giraldo, Gerente de Sostenibilidad de Alianza Team.
Apoyo de la gran empresa
Los pequeños productores certificados son proveedores de Palmas del Cesar, cuyo gerente, Fabio González, manifestó que fue un proceso de transformación, “no se trata simplemente de una certificación sino que haya unos cambios profundos para que hagan las cosas diferentes con el enfoque de la sostenibilidad pero sin dejar de lado la productividad, mejores prácticas, mejor capacidad de relacionamiento con su entorno, con ese tejido que hay que tener en las regiones palmeras para que la palmicultura sigue siendo ese motor de desarrollo, de progreso y de prosperidad”.
La RSPO y otras, son normas que van a contribuir a ese proceso macro. “Hoy somos unos pioneros en este primer paso, pero seguirán muchos más ejemplos y poco a poco iremos a ver que en Colombia, en pocos años, estamos todos certificados”, indicó.
Palmas del Cesar fue la empresa inspiradora, acompante, facilitadora que desplegó toda una serie de recursos en capacitar, en hacer mucha pedagogía porque es algo muy nuevo para ellos, incluso en las mismas empresas que tienen equipos profesionales cuesta trabajo, a veces, interpretar las normas, llevarlas a un lenguaje más llano para que el pequeño palmero las incorpore a su día a día, sostuvo el empresario.
Ellos se encargaron de hacer las líneas base, los diagnósticos, identificar las debilidades, irlos convencionando porque era algo voluntario, no obligatorio y lograr que las personas cambien es difícil.
Con ello, Palmas de Cesar gana primero la confianza de los pequeños palmeros proveedores de la fruta, se estrechan más los vínculos, pero también se tiene más aceite certificado que se puedan colocar en los mercados y que “nos posiciona más como una empresa sostenible con los cilientes que, a su vez, van llevando ese valor agregado en sus aceites a otros eslabones de la cadena y Palmas del Cesar obtiene algunas primas y bonos que puede que desaparezcan porque los mercados los terminan incorporando después y no tiene ningún factor diferenciador, pero se queda para siempre esa confianza que es fundamental en un negocio de largo plazo”.
Ahora lo que viene es que muchos más palmeros se certifiquen aunque no va a llevar tanto tiempo como estos primeros. En estos momentos se certificaron 700 hectáreas, pero son 11.000 hectáreas sembradas por ellos que proporcionan 180 mil toneladas de fruta.
Los pequeños comprometidos
Gilberto Mantill, pequeño palmero certificado del sur del Cesar, manifestó que el proceso para lograrlo llevó cerca de tres años y sobre todo cambiar la mentalidad, el paradigma de la cultura de qué significa ser certificado en alguna actividad agropecuaria, en este caso en palma.
Había el desconocimiento de qué es una certificación y qué significaba pero gracias a Palmas del Cesar que los fue asesorando, les permitió enender qué era y cómo los beneficiaba. “La certificación es lo que tenemos que tener todas las actividades económicas, ya sea agricultura o ganadería porque necesitamos tener un producto certificado”, dijo.
Sostuvo que la certificación implica tres principios, el más importante es el económico, saber si con este reconocimiento se es rentable o no; está la parte social que implica una formalización laboral de todos los empleados; y, la parte ambiental que es fundamental también porque se tiene que manejar un cultivo amigable con el medio ambiente.
En cuanto a lo económico se tiene la certeza que con la certificación se va a conseguir un mejor precio ya que la empresa les paga una prima porque también va a vender 15 mil toneladas de aceite certificado a un mayor precio.
Reto internacional
Por su parte, el representante de los productores del resto del mundo en la junta directiva de la RSPO, José Roberto Montenegro, señaló que esta certificación de los pequeños palmeros de Colombia es un gran mensaje para la industria porque hoy día más del 50 % del aceite de palma es producido por pequeños cultivadores y si bien se han dado pasos puntuales en el tema de la certificación a nivel mundial, aproximadamente el 25 % de la producción mundial está certificada.
El gran reto que tiene la industria es certificar a los pequeños productores y en tal sentido la RSPO ha venido haciendo esfuerzos como crear un estándar específico para pequeños productores porque en el pasado una de las barreras que existía para lograrlo era que se tenían que adherir a los mismos principios y criterios que una empresa mediana o grande.
En todo caso, se mantienen los principios de la RSPO aunque algunos se modifican para que los pequeños se adhieran a una realidad más cercana a su mundo de producción. Uno de los requisitos para poderse certificar es que debe hacerlo de manera asociada no individualmente y ese es uno de los principales retos, crear alianzas y que haya entendimiento para poder trabajar todos en la misma dirección.
Para el directivo una de las mayores dificultades que pueden tener los pequeños productores para certificarse es formalizar sus actividades porque ello implica unos costos adicionales para la operación que en un principio no se pueden cubrir en un proceso de tres años como el que les llevó a este grupo. Debe haber una convicción por parte del pequeño productor de que esa inversión va a dar sus frutos en un futuro cercano cuando logre el acceso a mercados adicionales donde le pagan mejor el producto por ser un aceite de palma sostenible.